Un estudio de 2014 realizado por Sara Villalba Agustín y Raúl Espert Tortajada, ambos eminentes expertos en neuropsicología, ha arrojado luz sobre el potencial transformador de la estimulación cognitiva en la calidad de vida de las personas mayores. Publicado bajo el título «Estimulación cognitiva: una revisión neuropsicológica», este trabajo innovador aporta pruebas convincentes de que el entrenamiento cognitivo puede ralentizar la progresión del deterioro cognitivo y mejorar la calidad de vida.
Villalba, de la Universidad Católica de Valencia «San Vicente Mártir» y la Unidad de Neuropsicología del Hospital Universitario Dr. Peset. Espert, de la Universitat de València y la Unidad de Neuropsicología del Hospital Clínico Universitario de Valencia. Estos dos especialistas centraron su investigación en personas mayores con envejecimiento fisiológico, deterioro cognitivo leve o demencia en una fase leve a moderada. Aseguran que estas personas pueden beneficiarse enormemente de un tipo específico de terapia: la estimulación cognitiva.
La estimulación cognitiva es una terapia que tiene como objetivo restaurar y mejorar las habilidades cognitivas, como la memoria, la atención y el razonamiento. No solo tiene el potencial de ralentizar el deterioro cognitivo, sino que también puede estabilizar el estado funcional de una persona, lo que a su vez puede mejorar significativamente su calidad de vida. Pero ¿cómo puede la estimulación cognitiva tener un impacto tan significativo en el cerebro y, por lo tanto, en la calidad de vida? Según los hallazgos de Villalba y Espert, la respuesta radica en los procesos biológicos que se ponen en marcha durante la terapia de estimulación cognitiva.
La terapia de estimulación cognitiva puede potenciar una serie de mecanismos en el cerebro, como la plasticidad cerebral, la neurogénesis, la reserva cerebral y la angiogénesis. La plasticidad cerebral se refiere a la capacidad del cerebro para formar y reorganizar las conexiones sinápticas en respuesta al aprendizaje y la experiencia. La neurogénesis es el proceso de formación de nuevas células neuronales, mientras que la angiogénesis es la formación de nuevos vasos sanguíneos a partir de los ya existentes. Por último, la reserva cerebral es la capacidad del cerebro para resistir el daño sin mostrar signos visibles de deterioro cognitivo.
Este estudio es una prueba más de la capacidad del cerebro para adaptarse y cambiar, incluso en las últimas etapas de la vida. Ofrece esperanza a las personas mayores y a aquellos con deterioro cognitivo, proporcionando evidencia de que, con el apoyo adecuado y las intervenciones terapéuticas correctas, pueden mantener y mejorar su calidad de vida. A medida que avanzamos en el siglo XXI, la investigación de Villalba y Espert nos recuerda que, cuando se trata del cerebro humano, nunca es demasiado tarde para aprender, crecer y cambiar. Y en el corazón de esta posibilidad transformadora se encuentra la estimulación cognitiva, un faro de esperanza para la mejora de la calidad de vida en la vejez.
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