Juan Antonio Montero. Psicólogo. Creador del Método ECAM. Cofundador de Gymchess, Aplicación móvil para el entrenamiento cognitivo.
La atención, definida de forma sencilla y abarcando lo máximo posible, es la capacidad cognitiva que nos permite seleccionar y concentrarnos en aquello que es relevante (significativo, importante) en un momento determinado, a la vez que filtramos (ignoramos) los estímulos no relevantes. Si ha comenzado a leer usted este artículo, en este momento su lectura es ciertamente relevante para usted, e ignora voluntariamente otros estímulos que puedan interferir en su lectura.
Se distinguen tradicionalmente cinco subtipos o componentes de la atención: la atención focal o focalizada, la atención sostenida, selectiva, alternante y dividida. La atención focal se considera el subtipo más básico de la atención, pero ello no significa que sea el menos importante, por el contrario, esa condición de básica alude más bien a que constituye el eje central de la atención en su forma absoluta.
Se define esta atención focal como la capacidad que nos permite centrarnos en un objetivo específico ignorando distractores. Como puede comprobar, en cierto modo esta definición es el eje central de la definición que hicimos de la atención tomada de una forma global; y es así porque es una base sobre la que se construyen el resto de los subtipos atencionales que antes mencionamos. Y también es básica, porque realmente es crucial para la ejecución de muchas de las tareas que llevamos a cabo en nuestra día a día. Veamos algunos ejemplos:
Como se verá, no ha sido exagerado hablar de la importancia de este componente atencional. A veces, al hablar de este subtipo, se emplea también el término de concentración. ¿Pueden ser sinónimos la concentración y la atención focal? Realmente poseen elementos en común, pero no son procesos idénticos: se podría decir que la atención focal es la capacidad inicial para dirigir el foco mental hacia lo que nos interesa, sin un esfuerzo excesivo y a veces de modo inconsciente; por el contrario, la concentración es ya un mantenimiento sostenido de esa atención focal, donde nuestra voluntad influye en mayor medida, y que requiere un esfuerzo continuado en el tiempo, siendo mucho más sensible a la fatiga y a la falta de motivación.
También la atención focal juega un papel muy interesante en lo que se refiere a los olvidos. Muchas veces, y a medida que cumplimos años, esos olvidos son más frecuentes (olvidar dónde pusimos algo, olvidar nombres, olvidar una cita, lo que hicimos ayer a una hora concreta…). En no pocas ocasiones se achacan a problemas de memoria: podría ser, pero muchas veces el problema no es más que una falta de atención consciente, ya que la atención focal actúa frecuentemente como la puerta de entrada del almacenamiento de la información en nuestro cerebro: si no realizamos el esfuerzo consciente necesario al acto o al hecho concreto, lo que ocurre simplemente es que no ha podido grabarse de manera eficiente. Si estamos pensando en algo que nos ocupa mientras nos disponemos a apagar el interruptor de la cocina eléctrica, y lo hacemos con una especie de “piloto automático” mental, no es de extrañar que después no estemos completamente seguros de haberlo apagado.
La atención focal declina con el paso del tiempo. Cada persona experimenta un proceso de envejecimiento cognitivo que realmente depende mucho de él mismo, de sus cuidados y de su bagaje genético, aunque cada vez se tiene mayor certeza de la mayor influencia en términos generales del estilo de vida. Cuidado mental, cuidado físico, nutrición adecuada e interacción social, son elementos esenciales para envejecer del mejor modo posible. Pero hay un declive natural, y tomando concretamente la atención focal, se experimenta una menor velocidad de procesamiento de la información (la rapidez con la que captamos y entendemos la información que nos llega), y también una mayor dificultad para ignorar estímulos distractores. Como verá, ambos cambios inciden directamente en lo que en esencia caracteriza la atención focal.
Tradicionalmente, la atención no ocupó en la literatura científica un lugar tan predominante como la memoria, o incluso como la capacidad perceptiva. Hoy en día se está revalorizando y profundizando en el papel de la atención en relación con el resto de las funciones cognitivas, y se la considera ya como un prerrequisito esencial para la ejecución de otros procesos mucho más complejos. No está de más ser conscientes de esta importancia.
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